El consumo de cemento en España cerró 2016 en 11.140.639 toneladas, un 3,1% menos que en 2015, lo que supone una caída de más de 350.000 toneladas respecto al ejercicio anterior. Las cifras de diciembre no fueron mejores y se situaron en 804.372 toneladas, con un descenso del 3,8% respecto al mismo mes del pasado año.
Las exportaciones han paliado, aunque solo en parte, la caída del mercado doméstico, con un crecimiento del 5,6%, que ha permitido alcanzar las 9.782.631 toneladas. España cuenta con un coste eléctrico -la partida con mayor impacto sobre el coste de producción del cemento- de los más elevados de Europa, lo que reduce notablemente el margen de maniobra de la industria española frente a los países de nuestro entorno. El coste en aumento de la energía que venimos sufriendo en los últimos meses, podría poner además en peligro la posición de liderazgo de nuestro país, que en la actualidad se sitúa a la cabeza de la Unión Europea en exportación, tanto intra como extra comunitaria.
"Tras casi una década de profunda crisis, el panorama para 2017 es muy preocupante" explica el presidente de Oficemen, Jaime Ruiz de Haro. "Hace tan solo unos días el Ministerio de Fomento ya adelantó que, debido a las exigencias de cumplimiento del objetivo del déficit público, 2017 sería un año ´complicado´ para la inversión en infraestructuras, con una dotación total incluso inferior a la del año terminado y batiendo un nuevo mínimo histórico".
Para 2017, el Departamento de Estudios de Oficemen, prevé un año de estancamiento; con un crecimiento inferior al 1%. No obstante, estas cifras dependen en gran medida de que se cumpla la esperada evolución en positivo de la edificación residencial. “La cuestión es que sería necesario que la vivienda creciera de forma exponencial para llegar a compensar la caída en el consumo de cemento derivada del parón en las infraestructuras”, añade el director general de Oficemen, Aniceto Zaragoza.
Infraestructuras de carácter social: una necesidad demandada
“Durante la crisis, la percepción social sobre la necesidad de infraestructuras en España se ha afianzado en que ya está todo construido y que no es necesario construir más. Pero cuando en España se habla de obra pública, nos olvidamos de las infraestructuras de carácter social, que también forman parte de ella. Hablamos de las dedicadas a vivienda protegida, sanidad o enseñanza, que no solo son necesarias, sino que son una de las demandas prioritarias de la sociedad española”, explica Zaragoza.
Las cifras hablan por sí solas. Según la última encuesta realizada por el CIS entre la población española sobre Opinión Pública y Política Fiscal, solo un 23,6% de los españoles cree que la inversión en obra pública es insuficiente, pero sin embargo el 63,8% de los españoles sí creen que el gasto en sanidad debería ser mayor, el 59,2% opina lo mismo sobre el presupuesto en enseñanza y el 53,1% cree que es necesario dedicar más recursos a vivienda social, todos ellos aspectos que pasan por una mejora en las infraestructuras dedicadas a esos fines.
“El concepto de ‘infraestructuras’ se está relacionando, cada vez más, con algunas obras desafortunadas que se llevaron a cabo durante los años de mayor bonanza económica de la pasada década; frente a esa argumentación, es necesario poner de manifiesto a la opinión pública que nuestro país sigue siendo deficitario en infraestructuras de carácter social, un límite que los recortes presupuestarios nunca deberían sobrepasar”, matiza Zaragoza