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Resumen de la intervención de D. Luis Rodulfo Zabala, Director General de CEPCO.
- En primer lugar, destacar la visión con la que la industria de los materiales de construcción afronta la elaboración del CTE. Por una parte, es evidente que constituirá un cuerpo normativo más y que, como tal, será una carga impositiva más a tener en cuenta. Pero, por otra, hace tiempo que nuestra industria descubrió los costes de la no calidad y, por ello, acoge con alegría la definición de las prestaciones correctas en cada fase del proceso constructivo y que le puedan afectar.
Es constante la aparición de nuevas normas que nos atañen. Esta misma mañana leía una pregunta de un eurodiputado sobre normas de contaminación acústica en los edificios y la respuesta de la Comisaria de Medio Ambiente. Y hace dos días, se presentaba en el Ministerio de Ciencia y Tecnología el nuevo Reglamento de Seguridad contra Incendios en instalaciones industriales.
En consecuencia, reclamamos calma a la hora de aclarar todo este ordenamiento jurídico pero, y que no quepa duda alguna al respecto, nuestra disposición es la de máxima colaboración para conseguir el mejor CTE que podamos entre todos.
- Respecto a nuestros objetivos, el primero de ellos sería el de conseguir referenciar claramente todas las normas:
- Las ya existentes: tendrá que quedar claro cómo se incorporan todas las normas que ya son de aplicación, cuáles y cómo quedan derogadas y, sobre todo, un aspecto en el que entendemos que estamos muy cerca de la postura del Ministerio de Fomento, que es el de que cualquier referencia de obligado cumplimiento a cualquier tipo de norma, tenga una consideración de gratuidad en su publicidad.
- Las que se dimanan de la Directiva 89/106 de Productos de Construcción: hasta ahora, sólo hay un mandato en vigor, el del cemento. Pero al aprobarse recientemente el ensayo SBI de reacción al fuego, es previsible que empiecen a salir mandatos con mucha mayor celeridad, y habrá que tener prevista su incorporación al CTE.
- La experiencia de los fabricantes: debe ser real la posibilidad de los técnicos de cada fabricante, que son los que mejor conocen el producto, para matizar cada aspecto del CTE.
- A partir de ahí, también es importante ver qué ocurre el uso del material. Por ello, nos hemos ofrecido al Ministerio de Fomento, al I. Torroja y a AENOR, para elaborar una serie de Guías de Instalación y Puesta en Obra, que garanticen la bondad del proceso, y que puedan ser referenciadas desde el CTE.
Incluso, hemos hecho el ofrecimiento de colaborar a crear Escuelas de Instaladores, que garanticen a toda la sociedad, que tan importante agente de la construcción también está certificado en su calidad.
De momento, hemos encontrado buena acogida a esta pretensión por parte del Ministerio y es de esperar que pueda cristalizar en algún momento.
- También entendemos que no sólo es importante el sacar como sea un CTE. Más importante aún es realizar el seguimiento y actualización del Código de cara a futuras y sucesivas versiones. Es por ello por lo que reclamamos nuestra presencia en la Comisión Permanente prevista en el documento de “Bases para la elaboración del CTE” , presentado por Fernando Nasarre en Marzo de 2000.
Y también entendemos que habrá de tenerse la suficiente agilidad para realizar las oportunas interpretaciones del Código que requerirá el sector antes de su aplicación.
Deberá ser un documento vivo, abierto a todo lo que venga de la Unión Europea.
Tendrá que ser flexible ante la experiencia de los que tienen que usarlo.
Y, sobre todo, algo que nos separa especialmente del Ministerio de Fomento es la determinación de la seguridad y la responsabilidad de cubrirla. El propio Ministerio sabe que el sector asegurador no da respuestas en el mercado a todos los productos de construcción, ni tan siquiera en el área de la seguridad estructural; mucho menos en la de habitabilidad. Nuestra industria sabrá asumir la responsabilidad que le compete, pero ni más ni menos que la que le corresponde. Y, hoy por hoy, esto no nos queda nada claro según la literalidad de la LOE.
- Por último, animamos a los diferentes departamentos de nuestro Gobierno para que, aprovechando la Presidencia Española de la Unión Europea, en el primer semestre de 2002, tenga la suficiente capacidad de liderazgo para impulsar todo el campo normativo desde Bruselas, y tener la suficiente sensibilidad ante la opinión de la industria para ello.
Mantenemos suficientemente buen contacto con el Jefe de la Unidad de Construcción de la DG Enterprise, con el Director General de Política Científica y Tecnológica del MCyT y su Subdirector General de Calidad y Seguridad Industrial, así como con representantes del Europarlamento.
Nuestro ofrecimiento queda ahí.
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